domingo, 19 de agosto de 2012

La Santa Cena y la penitencia.

De nuevo por aquí.
Hace tiempo que no es escribía nada en este blog como tampoco iba a la capilla. Debo reconocer que desde que somos barrio me siento descolocada, como si se hubiese perdido la esencia que me llamó cuando la conocí hace ya casi veintiséis años: el nueve de noviembre hago ese aniversario.
Por temas que siempre me han afectado pero cada vez menos debo hablar con el joven obispo antes de poder tomar la Santa Cena. Me detengo por respeto a la comunidad pues si Jesucristo dijo que se debía tomar cada vez que sus discípulos se reunían, yo debería tomarla; pero supongo me tiene "castigada".
Esta penitencia, al principio no me hacia gracia; pero así me doy cuenta de lo que necesito el pan y el agua, pues el vino a no ser que sea mosto no se toma. Y el agua es, a fin de cuentas, una gran cantidad de sustancia de nuestro cuerpo. Un setenta por ciento es agua y el resto que puede ser unos seis litros de sangre es lo que nos da la vida en nuestras venas.
Aunque esté lejos de la Iglesia y por mi familia camine también en el mundo de la Iglesia Católica, lo cierto es que cada día estoy más convencida del acierto de mi elección el nueve de noviembre de 1986.
Entonces el presidente y profeta era Ezra Taft Benson y han pasado muchos después y siempre los mismos consejos para los tiempos de crisis.
Ahora, que vivimos en uno de esos momentos me encantaría que mis padres entendiesen que solamente haciendo acopio de un buen almacenamiento estaremos preparados para esta crisis. Incluso, miembros de otras religiones saben de lo beneficioso de esta medida.
Pero me he ido del tema.
Pronto iremos a una Conferencia de Estaca. Por mi situación con mi familia sólo puedo ir a ella en domingo y espero algún día recibir la alegría de la tolerancia por mis ideas; mientras tanto, las excusas están a la orden del día. Espero que para entonces mi joven obispo se acuerde de mí y resolvamos el tema, pues ver tomar la Santa Cena y no tomarla es doloroso.
Puede parecer mentira para quien no es de la Iglesia, pero te da una fuerza moral el tomarla que es mayor que un complejo vitamínico en plan bestia.
Yo sé que voy a volver a tomarla.

Marian García.

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