jueves, 17 de enero de 2013

Nunca en soledad.


Todo parece a veces difícil de llevar. Es como si te apretasen el pecho con una mano invisible y sintieses que te falta la respiración y en esos momentos suele pasar que las lágrimas se deslizan por tus ojos no sabes porque, ¿o sí?
He estado dentro y fuera de la iglesia tantas veces, pero nunca alejada de esa niña de ocho años que creía estar haciendo algo malo por "amar" a Jesús. Todo por la oscura idea de que las monjas se casan con Dios y tú no lo entiendes.
Lo reconozco. Siempre he sido muy ingenua. Si me dicen que vuela por encima mía Superman voy y miro, por si acaso.
En estos días de dolor por una desilusión con una persona en la que confiaba y trabajando con los ejercicios de gratitud del nuevo libro de Rhonda Byrne sobre la ley de atracción basado en la Gratitud, he sentido muchas veces que sin pedirlo Dios me acompañaba. He pasado de estar con el pecho oprimido a sentirme acompañada por una cálida sensación que reconozco bien y que me obliga a llorar, pues no puedo evitarlo aunque quiera.
En esos momentos me digo que por qué niego creer si creo,
por qué me resisto a la evidencia de mi fe si es lo que me mantiene en pie en épocas duras.
Por qué pretendo ser una mujer diferente a la que soy,
si me encanta ser creyente y saber que hay ángeles a mi alrededor que me cuidan.
En las semanas anteriores a dejar a mi ex socia y ahora ex amiga pude ser atropellada por un coche que iba muy deprisa; pero parte de la culpa fue mía por volverme en mitad del paso de peatones a hablar con  una de mis compañeras de trabajo; pues nunca consideré a nadie mi inferior aunque me dieran el titulillo de segunda jefa. 
Estaba enfadada por las situaciones que vivía de malestar en el trabajo todos los días, y luego me caí otro día de bruces contra el suelo destrozándome las rodillas.
Pero no quiero liberar mi desilusión en mi último trabajo, sino hablar de ¡cuánto trabajo doy a mis ángeles custodios! ¡Cómo para no creer en Dios!


Estoy muy encantada de volver de nuevo mi vista a Dios.
Creo que nunca lo he dejado de tener en mi vida. Como decía Facundo Cabrales:"No estás triste, estás distraído"... desgraciadamente asesinado. Siempre se van los mejores. ¡Qué gran poeta!
Y sí; he estado distraída. Sin embargo, con los ejercicios de LA MAGIA de Rhonda Byrne sobre la gratitud he visto como crecía mi felicidad, fe y felicidad.
Dios está esperando que le dejemos entrar para darnos la felicidad.
Marian García.